El temor a la soledad es bien conocido en estos días, estar rodeado de gente y más que eso, ocupado y distraído es la manera de escapar de una mente que brinca como el mono en las ramas, tal como dicen los budistas.

Dejar que esa mente siga su trayectoria, pero sin afanarse, sin perder la calma, simplemente observarla, es una manera de que vaya perdiendo la capacidad que tiene para alterar las emociones.

Una manera de dejar la mente a un lado es estar en este justo instante, presente. Meditar es la manera de practicar ese estar presente nada más aquí y ahora, y dejar que los pensamientos viajen y sigan su curso sin retenerlos, sin intentar aferrarse a darles respuestas, explicaciones, etc.

Se me ocurre que una manera muy buena y que a mí me ha funcionado es practicar esto en las conversaciones con las personas, dejarlas hablar sin retener sus frases, sin tener que hacer preguntas, sin buscar adónde termina ese relato que se dejó por la mitad… He practicado esto y me da una sensación de libertad que me gusta y es como saber que puedes escuchar cualquier cosa y no tienes por qué dar una respuesta, no hay por qué decir nada al respecto, ni siquiera recordarlo.

Cuando sucede así en una conversación, puedo continuar a lo siguiente y casi sin darme cuenta no tuve la necesidad de hacer preguntas ni dejar dentro de mí interrogantes.

Estoy casi convencida de que las respuestas que necesito están dentro de mí porque soy yo la que sé cómo me siento respecto a las cosas y es a mí a quien debo la responsabilidad de responder… Y digo casi porque es algo que estoy aún tratando de aprender.

Observar no es fácil porque no estamos acostumbrados a mirar y escuchar con detenimiento solo para conocer. Estamos acostumbrados y tal vez incluso programados para estar constantemente reaccionando, para mirar y decir ¿qué es eso?, para escuchar y responder con cualquier otra historia que muchas veces no tiene nada que ver, porque no se escucha, es la realidad.

Entonces, una manera de ejercitar el dejar ir los pensamientos es dejar ir las palabras, escuchar simplemente sin aferrarse a las respuestas, sin tomar demasiado en serio las palabras, dejarlas ir.

El momento adecuado existe, y si hay algo importante en las palabras también lo vamos a saber, también nos van a decir las cosas que nos deban decir sin siquiera preguntar. Y obviamente me refiero a las respuestas profundas, esas que necesitas para poder caminar con soltura. Esas respuestas están dentro.

Sucede cuando vamos a tomar decisiones, podemos preguntar a todo el mundo, pero si queremos hacer lo que nos dé paz, vamos a necesitar sentarnos, calmarnos, y escuchar dentro.

Muchas gracias por leer y comentar.

_{Las fotos son de mi autoría.}

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