Contruyendo salud con cada bocado. Semana 01.

A ver seamos sinceros: ¿alguna vez te has puesto a pensar qué tanto de lo que comes realmente le hace bien a tu cuerpo? Porque la verdad es que vivimos en una época donde comer “rico” casi siempre significa comer rápido, barato y, tristemente, poco saludable.

Pasta, pan, galletas, pasteles, frituras, mantequillas procesadas, aceites refinados, refrescos, juguitos de cajita… todo eso se ha vuelto parte de nuestra rutina. Es tan normal tenerlo en la mesa, que ni siquiera nos preguntamos si nuestro cuerpo lo quiere o si simplemente lo estamos llenando de cosas que lo desgastan.

Y ojo, no se trata de satanizar la comida ni de vivir con miedo a lo que hay en el plato. Se trata de abrir los ojos. Porque aunque la industria nos quiera vender la idea de que todo está bien “mientras sea moderado”, la realidad es otra: cada día hay más personas con diabetes, hipertensión, inflamaciones crónicas, problemas digestivos y cansancio permanente… ¿y adivina qué? Mucho de eso viene de lo que estamos comiendo.

🚫 Un combo que nos enferma.

_{Azúcar, frituras, harinas procesadas (Imagen propia)}

Ese pan calientito, la pasta con su salsita cremosa, el cafecito con azúcar, las papitas fritas en aceite vegetal… sí, suena sabroso, pero ese combo es un boleto directo a que nuestro cuerpo empiece a fallar. Y lo peor es que lo vemos como “normal”. Creemos que es parte de la vida andar con reflujo, con dolor de cabeza, con el estómago inflamado o con falta de energía.

La verdad es que la salud no se pierde de golpe, se desgasta poquito a poquito. Y muchas veces ese desgaste empieza con lo que le damos a nuestro cuerpo día tras día.

💡 ¿Que debemos hacer?

_{Imagen creada en canva}

**Crear conciencia**. No se trata de que tires todo lo que tienes en la despensa de la noche a la mañana. Se trata de darte cuenta de que lo que comes no solo quita el hambre: construye (o destruye) tu salud.

Cada bocado es como un voto. O votas por sentirte fuerte, con energía, con claridad mental, o votas por seguir en esa rutina que tarde o temprano pasa factura.

Este post es apenas la introducción a una serie que quiero compartir contigo semana a semana. Vamos a hablar de alternativas, de ideas fáciles y de cómo podemos ir soltando poco a poco esos alimentos que nos han vendido como “básicos”, pero que en realidad nos están apagando por dentro.

Porque al final, la mejor inversión que puedes hacer no está en el banco, sino en tu cuerpo.

Un abrazo.