Mi cumpleaños 58
Mi cumpleaños 58.
Los recuerdos comenzaron a flotar en su mente como hojas llevadas por el viento: los años de lucha, los logros, las lágrimas que enseñaron, y las sonrisas que sanaron. A los 58, Asbel no necesitaba grandes regalos; su mayor tesoro era ver a su familia unida, saber que sus pasos habían dejado huellas firmes y que todavía quedaban muchos caminos por andar. En su corazón, algo le decía que lo mejor aún estaba por venir.
A media tarde, llegaron algunos amigos de toda la vida con abrazos sinceros y carcajadas que llenaron la sala. Compartieron anécdotas, fotos viejas y palabras que sólo los años pueden construir. La mesa, sencilla pero abundante, fue el centro de historias, brindis y una torta casera que traía el sabor de la infancia. Cada vela encendida representaba una lección aprendida y una esperanza renovada.
Cuando cayó la noche y el silencio volvió a abrazar el hogar, Asbel se sentó en su sillón favorito, miró el cielo estrellado y sonrió. No era sólo un año más: era el inicio de una nueva etapa. A los 58, entendió que el tiempo no pesa cuando el alma está ligera y el corazón lleno. Cerró los ojos con gratitud, sabiendo que el verdadero regalo era estar vivo, rodeado de amor y con la fuerza intacta para seguir soñando.
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