The Diary Game | 13 de abril | Viajando al estado Sucre

      Capiantar, estado Sucre, 13 de abril de 2025

Alrededor de las 10 pm, caí rendida, realmente no podía más. No había dormido nada, ni un minuto la noche anterior. Este viaje se dio de manera imprevista y estuve hasta muy tarde chequeando mi lista y preparando el bolso que nunca está listo hasta el último minuto, es decir cuando metes el cepillo dental.

Entre parada y parada el viaje fue agotador y más largo de lo esperado. Si acaso habría dormido por ratos en el autobús que nos llevó hasta allí durante el trayecto que tomó unas unas nueve horas desde que salimos de las afueras de la Gran Caracas hacia Guarenas.

Tras un reconfortante baño, estuve unos minutos con mi hija y su papá en la playa. La verdad el mar me atemoriza un poco (bueno, bastante) en la oscuridad de la noche. Tomé algunas fotografías nocturnas tratando de captar la luna llena.

Apenas llegamos, comimos el pollo frito que llevábamos hecho desde casa con pan recién comprado en la bodega cercana.

Por fortuna no llegamos caminando desde el puesto policial de Golindano donde nos tuvieron retenidos unos minutos que si por la velocidad del conductor que si por la placa nueva del vehículo. Aunque sí nos bajamos antes de lo previsto y nos tocó caminar un trecho ya que en la oscuridad de la noche, el papá de mi hija no distinguía bien dónde debíamos bajar del autobús.

La verdad es que el conductor sí había tomado un poco de velocidad después de un largo trecho más allá de Cumaná, supongo estaría desesperado porque le faltaban varias horas de viaje aún para llegar a Irapa, pero ¿por qué retenernos más de lo necesario?. Por favor, queremos llegar.

¿Adivina qué? En el terminal de Cumaná también nos habían retenido unos minutos por el permiso que venía con un detalle sobre el destino desde Caracas, supuestamente llegaba hasta Cumaná, pero en realidad llevaba pasajeros que iban hasta pueblos del Golfo de Paria.

Amo cuando paso por los caseríos donde venden frutas, dulces y artesanías, lo que lamento es que nunca puedo detenerme a comprar y la verdad tampoco se puede comprar todo lo que uno ve. Y qué decir de las vistas de Mochima, un disfrute total para el alma admirar las maravillas de la naturaleza.

Horas antes, cuando vi las letras gigantes con el apellido de nuestro Gran Mariscal de Ayacucho indicando que ya estábamos en tierras del estado Sucre me sentí bastante feliz. Esa, obviamente, fue otra alcabala donde tuvimos que detenernos. Ya habíamos perdido la cuenta.

No recuerdo a qué hora nos detuvimos en El Guapo y almorzamos los submarinos que había preparado en la madrugada.

A las 10am apenas estábamos esperando por el Distribuidor Metropolitano, Miranda, mientras surtían de gasoil, pero era una gran ventaja tomar la vía oriente con el tanque lleno para evitar inconvenientes en la vía.

Para conseguir pasajes tuvimos que cambiar del terminal de Cruceros al de Camargüi, también en San Martín, pero resultaba más conveniente porque no tendríamos que hacer transbordo en Cumaná.

Levantarnos bien temprano para llevar comida preparada, salir desayunados y estar temprano en el terminal había sido fundamental para este viaje que muy bien nos caía para despejar la mente y respirar otro aire.

Con esa intención iniciamos ese día aventurero.

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Todas las imágenes son de mi autoría, captadas con un teléfono celular Tecno Spark exclusivamente para esta publicación

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