‎La vida nos muestra tantas oportunidades que muchas veces son increíbles, y nuestra perspectiva se nos hace incierta.
‎El destino, sin hacerle cerebro te guía por el mundo y te obliga a conocer una cultura que a pesar de ser totalmente diferente trae consigo la satisfacción de ver cumplido un duelo sin saber lo que viene junto a esa oportunidad de vida, el racizmo, una denigración tan fuerte hacia el prójimo que al sentirse en el país del amor no lo disfrutas como tal, sino como el país del odio.
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‎Mi sobrino cumple un año en Francia, emocionado viajo con la firme esperanza de tener la oportunidad de contar con una vida mejor una existencia plena una cultura diferente, un lugar de ensueño entre su arquitectura, gastronomía e historia.
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‎El desengaño llegó pronto, así nos comento. Un sitio frío, carente del afecto humano, de ese compartir de saludos, de un ¡buen día! O un ¡hasta luego!. Por momentos su inquietud va en crecimiento, son como zombi, caminan, habitan en los sitios públicos en horario nocturnos, no voltean ni a ver lo que tienen en un lado, viven en un mundo lleno de pensamientos que no les permite ver más allá de lo que disfrutan.
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‎Al estar frente a la Torre Eiffel, suspira, ¡su imponente altura, su esplendor lleno de luces era como estar en el cielo y estar a punto de tocar las estrellas!, que maravilla de la humanidad, para unos, para otros, simplemente una estructura que ilumina el andar de muchos.
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‎París, París, un deseo que sin pensarlo con el tiempo llegó y se quedó, ahí postrado frente a ese majestuoso monumento se inmóvil sin poder decir una palabra, lo deslumbró su hermosura, las personas en su ir y venir sin notar su presencia y su admiración como un hombre del interior visitando la gran ciudad. ¡Así se sentía en París.
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‎Su más preciado deseo era conocer esa ciudad imponente, vivaz, dónde podía tener tantas oportunidades como ganas de vivir, pero sin imaginar que el mayor enemigo no lo sabía, el racizmo, las razas se mezclan con la mirada llenas de odio y desprecio. El blanco ve inferior al negro y el negro ve inferior a cualquier color que no sea igual de oscuro. Y su interrogante, ¿Dónde queda los valores?, ¿Sera que no aceptan que estamos en una sociedad donde todos tenemos las mismas oportunidades?
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‎Y si hablamos del idioma es igual el racizmo, el turista si no entiende el idioma son expuesto a burlas, maltrato, incluso a ser golpeados y sigue la desilusión, si es el país del amor ¿por qué los paresinos son tan racistas?.
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‎Sin duda alguna sería un paraíso si su población fuera más humana, menos carente de amor a pesar de vivir en la cuna de ese sentimiento tan noble.
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‎Al estar sentado, disfrutado de un té, ver pasar a su lado individuos elegante, que con su prisa tropiezan uno del otro, una carrera sin fin, que sin querer ni cuenta se dan del prójimo, vuelven los pensamientos del país que dejó atrás, en una tarde fria, vuelven aparecen sus Deseos En París.
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‎En la inmensidad del destino, van los parisinos con su vida audas con prisa y sin parar, sin notar la permanencia del visitante enamorado de sus bellezas que disfrutan de sus riquezas.
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‎De traje elegante, van disfrutando del paisaje lleno de tranquilidad con unos movimientos seremos, van por la avenida del complejo, unos conocidos otros sin serlo comparten su existencia en el sendero.
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‎Bendecida noche, en esta oportunidad entiendo la invitación a los steemias @marijoluna @ramilec @nayita238 @sampan para que compartan sus creaciones en #venezolanossteem con la amiga @solperez
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