Tremendo susto se llevó Macario cuando le llegó la Pelona con su cara huesuda y su infaltable guadaña en posición de asestarle un golpe en el pescuezo.

• Te llegó la hora, Macario. Vengo a llevarte conmigo.

• Pero, ¿cómo es eso, señora Muerte? ¿Por qué tienes que buscarme a mí y no a otro?

• ¿Y quién te dijo a ti que cada quién escoge su momento?

• Nadie me lo ha dicho. Pero es un asunto de lógica. Justo cuando me encuentro chambeando y estoy a punto de cargar la leña en el burro y entonces se me acaba todo, sin anestesia, sin haber cumplido con mis responsabilidades.

• Es que yo no me fijo en eso. Me mandaron a buscarte porque no te tocaba ayer ni mañana. Te toca ahorita.

• Pero, ¿no se puede hacer una excepción? Es que yo tengo 4 hijos, uno de ellos va a comenzar a estudiar una profesión y la más joven está ahorrando para comprarse un teléfono.

• Ya te dije, hombre. El que se va a morir no puede decidir cuando ni cómo, a menos de que se quiera colgar en un árbol o meterse un tiro en la sien.

• Lo otro es que yo no estoy tan viejo. Me siento fuerte y sano. ¿Por qué no vas primero por las ratas que le amargan la paciencia a todo el mundo? Esos tipos no son muchos. No te costará mayor esfuerzo. Bueno, ¿y no será que te estás equivocando?

• Muy raramente me equivoco. Pero, de todas maneras, déjame cerciorarme. Dime tu nombre completo.

• Me llamo Macario Fernández. Y discúlpame que no te diga: “Para servirte”.

• ¡Ay, papá! Por poco me pelo. Yo ando buscando es a un tal Macario Hernández.

• ¡Guau, me salvé de chiripa! Ese otro Macario es el alcalde del municipio. Anda y te llevas a esa vaina.

_{Invitación: @norat23, @zorajaime, @marianri}