Nunca lo había visto de otra manera. Nací así, nada me cambió. Mis sentimientos eran tan diferente a los que mostraban los demás. O creo que es mejor decir, que yo no tengo sentimientos.

Tardé en darme cuenta de ello. Porque sentí que yo era diferente, pero no me importó nunca no sentir nada de alegría o de tristeza por los demás.

Maté a un primer animal indefenso, Cuando yo tenia los 9 años. Era un gatito, eso no me produjo ni una pizca de malestar. Es más me sentí que lo ayudé porque él solía maullar demasiado, se sentía solo. Luego mate a un ave, no quiso obedecerme y la ahorqué, atándole una soga al pescuezo. Estos fueron mis primeros pasos a una vida llena de acontecimientos mortales.

Cuando cumplí los 12 años quise agregarme a un grupo de enfermeras voluntarias que ayudaban a los soldados en condiciones precarias. Los oía llorar y quejarse de sus vidas desgraciadas. Salieron de casa con un propósito, sin tomar en cuenta que podrían terminar con padecimientos, desfiguraciones, pérdidas de órganos y de miembros.

Del concurso sol perez

En los hospitales de Guerra, trabajábamos en grupos de dos o tres enfermeras por sala. Acudíamos a aliviarle los Dolores a los heridos, a hacer sus curas y aplicarles calmantes. Con el tiempo me cansé de escuchar sus lamentaciones y decidí tomar sus vidas en mis manos.

Me hice de un frasco de gotas de solución potásica. Esto usado en Buena manera, ayuda a mejorar el ritmo cardíaco, pero en otras circunstancias de sobre uso, puede ocasionar la muerte. Fue así que me convertí en la aliada de la muerte.

A mi sala de atención a los heridos, llegaban muchos jóvenes sin miembros, ciegos, con grandes laceraciones abdominales, torácicas o en la columna. Ellos lloraban cómo niños. Pedían ser ayudados en sus impedimentos. Y así lo hice.

Aprendí a manejar mi posición de enfermera y pasaba en las noches, después de terminar mi turno, por las amplias habitaciones de los heridos. Les dejaba un jugo, una fruta jugosa, o un medicamento para el dolor, a escondidas de los demás. Ellos debían tomarlos y consumirlos cuando el dolor fuese insoportable.

Es así cómo los fui ayudando uno a uno a encontrar su camino con la paz. En la mañana ya no estaban. En sus camas yacían otras personas, que venían a hacer lo mismo que aquellos que se iban... a quejarse de sus vidas.

En todo el tiempo que los ayudé cómo enfermera, despedí a más de 200 soldados incapacitados por sus lesiones. No me importó nunca que no lo agradecieran. Eso nunca me interesó. Mi función cómo ángel de la muerte era ayudarlos a un buen morir.

Cuando las listas de muertes se incrementaron mucho, decidí cambiar de zona de Guerra y acudí a otra, para empezar de Nuevo con mis servicios a la humanidad.

Hoy día, a mis 40 años, ya no hay hospitales de Guerra, pero hay muchos ancianatos y casas de hogar que siguen necesitando de mi ayuda, una enfermera eficiente.

Esta es mi participación en el concurso semanal de nuestra amiga @solperez en "Concurso de Arte y Escritura #149 y Ganadores de la Edición #148/ Art and Writing Contest #149 y Ganadores de la Edición #148"

Invito a @haidee, @almaguar, @magavic.