EL PINTOR Y SU MUSA/PARTE XLI
Previamente...
Emma confió a Erik cómo se había sentido tras escuchar la propuesta de su padre respecto a la situación de Victoria. Era fundamental para ellos mantener la honestidad entre ambos, y en ese momento, Emma sentía la necesidad de compartir sus pensamientos con sinceridad. Tras escucharla, Erik le aseguró que su opinión sería valorada y tenida en cuenta, como siempre hacía.
Luego, conversaron sobre el nombre que tendría la galería de arte de Erik y cómo lograría equilibrar su negocio de subastas con este nuevo proyecto, buscando la mejor manera de hacerlos compatibles.
Poco después, la madre de Emma le llamó para expresarle su interés en conocer al pintor. La noticia le alegró, y en los días siguientes, ese encuentro parecía cada vez más cercano. Al terminar la llamada, Emma no pudo evitar comentarle a Erik lo que había hablado con su madre.
Por otro lado, las palabras de su abuela también resonaban en su memoria: ella también deseaba conocer a Emma, y esa esperanza añadía un toque de calidez a sus pensamientos.
Pasaron otra noche en el apartamento de Erik, rodeados de sus pensamientos y sueños compartidos. Discutieron con calma todo lo que debían hacer a partir del día siguiente: un sinfín de planes que previamente habían anotado en una agenda, pues necesitaban organizarse incluso en sus asuntos personales.
A las 7:30 de la mañana, Erik al despertar le dió un tierno beso en el hombro descubierto de su amada, quien dormía plácidamente, suspirando con suavidad. La sensación de la respiración cálida de Erik en su piel era algo que ella valoraba profundamente, y él se complacía en esos gestos de amor que parecían sellar su complicidad.
—¿Me permites unos minutos más y desayunamos juntos, mi amor?—susurró Erik al oído de Emma, acariciándole la espalda con ternura.
—¡Me encantaría, mi vida!—respondió ella, sabiendo que esa preparación del desayuno tomaría un poco más de tiempo, pero disfrutando cada instante.
Una vez más, sus cuerpos se encontraron en un abrazo lleno de pasión, y en la embriaguez de su amor genuino, intenso y mágico, se entregaron como nunca antes. Entre promesas y palabras de amor, lograron que sus sentimientos crecieran y se intensificaran aún más.
—¿Y si cocinamos juntos, mi amor?—propuso Emma, una mujer perdidamente enamorada, ante la idea de compartir un momento especial con su caballero.
Él no dudó en aceptar. Juntos, se cubrieron con una sonrisa y se dirigieron a la cocina para preparar el desayuno, listos para comenzar el día y cumplir con los planes que tenían en la agenda.
Por otro lado, el pintor, según lo acordado con su padre, debía encontrarse con Victoria para conversar sobre un asunto importante. Aunque Emma, acompañando a Erik, no quería estar presente en ese momento —no lo consideraba necesario—, le pidió a Erik que hablara con claridad y responsabilidad. Ella, por su parte, optó por tomar un café en un lugar cercano, manteniéndose alejada de la escena.
Así que Erik decidió ponerse en contacto con Victoria...
—¡Hola, Victoria! ¿Cómo estás?—saludó Erik, escuchando con atención su voz cálida al otro lado del teléfono.
—¡Estoy muy bien, Erik! Espero que tú también lo estés—respondió ella con amabilidad, con un tono que transmitía confianza y cercanía.
Luego, concretaron una cita en un café al aire libre, un lugar que parecía perfecto para dialogar sobre aquel asunto importante. Antes de encontrarse allí, el pintor dejó a su amada no muy lejos del lugar, compartiendo unos besos de despedida, y luego se dirigió con determinación hacia su destino.
Finalmente, llegó. Bajó de su coche, caminó con paso decidido hasta la mesa donde Victoria lo esperaba, sonriendo ampliamente y con los brazos abiertos, listo para recibir un abrazo.
Erik era un hombre cariñoso y respetuoso. Al acercarse, la saludó estrechando su mano y, acto seguido, le dio un cálido abrazo. Dejarla con los brazos abiertos frente a los demás hubiera sido incómodo para ella; prefería mantener la discreción.
—Victoria, seré breve—comenzó Erik con tono serio—. Ayer me comentaste que no tienes dónde vivir, y te prometí que hablaría con mis tíos y mi papá. La casa de mi abuela es una herencia que recibió la familia, y sería difícil llegar a un acuerdo si todos opinan distinto. Por eso, mi papá me hizo una propuesta que creo puede ser buena para ti. Nosotros vamos a comprar una casa a tu nombre, y tú pagarás cómodamente la deuda. Esto será entre tú y mi padre; él fue quien tuvo la idea, y no quiero ser intermediario. ¡Por supuesto, tú escogerás la casa y podrás hablar con él directamente! ¿Qué opinas?—le explicó con la mayor sinceridad posible, tratando de transmitir confianza.
—¡Estoy gratamente sorprendida, Erik! No imaginé que tu papá pudiera ayudarme de esa manera. Pero, ¿sabes qué? Ahora tengo una entrevista en un centro de rehabilitación, y espero conseguir el puesto. Entonces, podré aceptar tu propuesta y pagar la deuda—dijo Victoria, sonriendo emocionada mientras le compartía su noticia.
Él le sugirió que aceptara el trato, recordándole que las cuotas serían ajustadas a su capacidad de pago, para que no se sintiera agobiada.
Ambos estrecharon sus manos en señal de acuerdo y se despidieron: Victoria se dirigió a su entrevista, llena de esperanza, y Erik caminó hacia su coche.
Se estacionó frente al café donde Emma lo esperaba, y, al acercarse, tomó asiento a su lado, ofreciéndole un dulce beso.
—¡He hablado con Victoria! Todo salió mejor de lo que esperaba, mi amor. En este momento, ella va en camino a una entrevista de trabajo. Le propuse aceptar la ayuda de mi papá. Así, podemos borrar ese asunto del listado y seguir avanzando—le contó Erik, con entusiasmo.
—Me alegra mucho que todo haya salido perfecto, mi vida—respondió Emma con una sonrisa feliz—. ¿Y qué sigue ahora?
—¿Cuándo debes volver a tu trabajo? Me gustaría que me acompañaras a la empresa. Necesito que estés presente en una reunión con mi equipo; así aprovechamos el tiempo. ¿Qué dices?—preguntó Erik, decidido a cumplir con todos sus planes.
—Mi amor, tengo una agenda que cumplir, pero puedo trabajar a distancia hasta que se acerque la cita con el cliente, y así regresaré a Dublín—respondió Emma, mostrando en su rostro que pensaba en sus asuntos, pero con disposición para apoyarlo.
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El pintor y su musa/Parte I
El pintor y su musa/Parte II
El pintor y su musa/Parte III
El pintor y su musa/Parte IV
El pintor y su musa/Parte V
El pintor y su musa/Parte VI
El pintor y su musa/Parte VII
El pintor y su musa/Parte VIII
El pintor y su musa/Parte IX
El pintor y su musa/Parte X
El pintor y su musa/Parte XI
El pintor y su musa/Parte XII
El pintor y su musa/Parte XIII
El pintor y su musa/Parte XIV
El pintor y su musa/Parte XV
El pintor y su musa) Parte XVI
El pintor y su musa) Parte XVII
El pintor y su musa/Parte XVIII
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El pintor y su musa/Parte XX
El pintor y su musa/Parte XXI
El pintor y su musa/Parte XXII
El pintor y su musa/Parte XXIII
El pintor y su musa/Parte XXIV
El pintor y su musa/Parte XXV
El pintor y su musa/Parte XXVI
El pintor y su musa/Parte XXVII
El pintor y su musa/Parte XXVIII
El pintor y su musa/Parte XXIX
El pintor y su musa/Parte XXX
El pintor y su musa/Parte XXXI
El pintor y su musa/Parte XXXII
El pintor y su musa/Parte XXXIII
El pintor y su musa/Parte XXXIV
El pintor y su musa/Parte XXXV
El pintor y su musa/Parte XXXVI
El pintor y su musa/Parte XXXVII
El pintor y su musa/Parte XXXVIII
El pintor y su musa/Parte XXXIX
El pintor y su musa/Parte XLI
Gran historia! Es emocionante leerte.
En el título te faltó una X para señalar el capítulo 40 (XL)
Muchísimas gracias por la observación...ví la secuencia y sigue con el XLI 🤗🤗🤗 gracias una vez más por su apoyo.
Hija...como dirían por allí...me quito el sombrero, talento para todo, siempre te lo dije, mi abrazo.
🥺🥺🥺muchas gracias por tan lindas y preciadas palabras. Gracias por guiarme a este mundo de arte en letras y así mismo por traerme a esta maravillosa comunidad, agradecida infinitamente. Le envío un fuerte abrazo reconfortante lleno de buena vibra y bendiciones ☺️🙏🏻
Muy agradecida, un abrazo grande reconfortante lleno de buena vibra y bendiciones ☺️🙏🏻