EL PINTOR Y SU MUSA/PARTE XVIII

Emma había regresado a su oficina, le hizo saber a su jefe todo lo que había hecho mientras se encontraba en París.

Pero al dar inicio a esa mañana, ella había tomado la iniciativa de enviarle un mensaje a Erik, para hacerle saber lo que haría para ese día. La respuesta inmediata de Erik captaba la atención de su amada.

Para cuando ella se encontraba en su oficina, Erik estaba preparando su lienzo para dejar a la inspiración invadir todo su ser.

Recibir aquellos mensajes desde un número desconocido, él necesita saber un poco más.

—¡Hola mami y papi! ¡Bendición! Hasta que por fin los veo de nuevo, la verdad que los extrañaba mucho. Tuve un día productivo en el trabajo, que me dejó una agenda considerablemente llena, pero nada que no pueda resolver.—Emma saluda a sus padres, además con un abrazo.

—¡Sorpresa! ¿Te gusta hija?.—El señor Luis había expresado con tono de voz entusiasta al recibir a Emma, mostrando a su vez unos obsequios para ella.

Así que Emma los abrazó ambos, le agradeció a su papá por los detalles, y le recordó que no era necesario hacer un gasto excesivo cada vez que ella esté de regreso.

Emma tenía dos hermanos, eran menores que ella. Recién habían comenzado a estudiar en la universidad, y tenían un trabajo de medio tiempo.

—¿Cómo están mis hermanos, mamá? Por cierto, les enviaré un mensaje para que avisarles de que ya estoy aquí con ustedes. Sabes que ellos prefieren de esta manera y no que les dé una sorpresa.—Emma mientras se dirigía hacia la cocina, platicaba con su mamá.

—¡Hija, todos lo sabemos! ¡Tus hermanos sacaron el mal genio de tu mamá!.—El señor Luis a lo lejos se escuchaba.

—¡Lo siento mi amor, pero es la verdad!—Agregó.

Las risas comenzaron a escucharse entre ellos, un tema que no genera discusiones, sino un toque de comedia.

Entonces Emma y su mamá hablaban con respecto a lo que prepararían de almuerzo, mientras que su papá estaba sentado en el sofá, viendo la TV, pero muy atento en caso de que su esposa y su hija necesitaran ayuda.

Por suerte el señor Luis era un excelente cocinero, solo que algunas veces se tomaba el día. Posiblemente Emma, haya heredado esa habilidad por parte de su padre.

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—¿Qué te parece si hacemos cordon blue, con un poquito de arroz, un puré de papas, una ensalada agridulce y un delicioso jugo de piña?.—Emma había hecho una propuesta a su mamá.

—¡Hija pero que delicia almorzaremos hoy! ¡Pues manos a la obra!—Respondió efusivamente la señora Luz.

Ellas dieron inicio a la preparación a la vez que hablaban del trabajo de Emma, de sus hermanos y de algunos asuntos familiares.

Aunque Emma estaba a gusto compartiendo con su familia, parte de sus pensamientos eran dedicados a Erik ¿Cómo estará? ¿Qué hace?

—Emma, hija quería comentarte acerca de un rumor que ha llegado a la familia...¿Recuerdas a Jaime, tu ex prometido? Él se ha venido de Venezuela, yo no sabía anda al respecto sino hasta que uno de tus hermanos me lo informó.—La señora Luz quiso mantener al tanto.

—¿Jaime? ¿Y porqué vendría a Dublín? De tantos países ha venido hasta acá. La verdad no sé nada de él, sabes que no quedamos en buenos términos y no lo quiero volver a ver. Lo perdoné, pero no significa que me complacería al verlo.—Emma con un tono de voz que demostraba algo de incomodidad, respondió a su mamá.

Emma instintivamente sacó el celular del bolsillo de su jeans y le envió un mensaje a Erik.

Desde la casa de la abuela de Erik

—Abuela ¿En dónde estás? ¡Pero qué aroma!... Intuyo un platillo exquisito.—Erik había llegado a la casa de su abuela.

La señora Martha y Victoria, se encontraban en la cocina, pero la joven era quien preparaba el almuerzo.

—Erik, mi niño...tu y yo tenemos un tema pendiente, ¿Me acompañas al jardín? Dejemos a solas a Victoria, ella conoce a la perfección mi casa, así que sabrá en donde encontrarnos.—La abuela de Erik aprovecharía el momento para hablar con su nieto.

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Juntos caminaron hacia una fuente en medio del jardín, tomaron asiento, era un día con un clima templado.

—Cuentame sobre aquella afortunada mujer con la que tuviste una cita y no te guardes ningún detalle, quiero saberlo todo, Erik.—La señora Martha había preciado cómo quería saber referente a la cita de su nieto.

—Abuela, te diré lo que realmente necesitas saber y antes que nada, me gustaría con todo respeto hacerte entender, que yo no soy el mejor hombre del mundo, y si así como dices que ella es una afortunada, ¿Qué hay si te digo que yo me siento afortunado estando con ella? Su nombre es Emma, es una hermosa y maravillosa mujer. Por el momento está de viaje y eso no significa un problema para nosotros, después de todo una relación es entre dos personas, ¡Ella y yo estamos muy bien!—El pintor expresó lo que según él debía.

La señora Martha se quedó sorprendida porque ella no esperaba una respuesta, que le hiciera reevaluar la intención de seguir preguntando.

En ese momento al celular de Erik se activa una notificación, por lo que se disculpa con su abuela paea revisar y saber quién le había escrito.

—¡Hola Erik! Estoy en casa de mis papás, la estoy pasando muy bien, y quiero que sepas que estas en mis pensamientos y siento mucho amor hacia a ti.—Mensaje enviado por Emma.

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Al leer el mensaje sonrió, se dispuso a responder el mismo, y la señora Martha sintió la curiosidad por saber si se trataba de la misma mujer de la cita. Y no pudo resistir más...

—¿Es ella Erik? Te veo sonreír de una manera que pareces un tonto mi nieto favorito. Me da gusto que tienes a una mujer en tu vida, esa que te da felicidad, es muy importante de que esos sentimientos prevalezcan.—Fue lo que la abuela habló.

Unos mensajes llegaron al celular de Erik, y él no estaba interesado en saber de quién se trataba. Por lo que si podía ignorar y eliminar cada mensaje, lo haría siempre. Apenas notó que era de aquel número desconocido.

—¡Disculpen, el almuerzo está listo!—Victoria se había acercado a ellos para avisarle que debían entrar para degustar del delicioso platillo.

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El pintor y su musa/Parte I
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