EL PINTOR Y SU MUSA/PARTE XXI

Emma le habló a sus papás de la herencia de Erik, el señor estuvo preocupado porque pensó que el pintor sería de esas personas con sentido de superioridad, a causa estatus social. Sin embargo su hija, le dió a conocer, la personalidad de Erik.

Por otro lado, Victoria le confesó a Erik que ella había sido la persona detrás de aquellos mensajes, dejando al descubierto sus sentimientos, pero que en definitiva no hicieron que el pintor desviara su atención del amor de su vida.

Emma compartió con su hermano Marcos, hicieron planes e incluso hablaron sobre Erik y de su bonita relación aún cuando la distancia se había interpuesto, pero que sabía que no era una situación eterna.

Poco después se despidió de su familia, esa tarde no pudo encontrarse con su hermano Mathias, pero ella les dijo que volvería a visitarlos.

Salió de la casa de sus padres, subió a su vehículo y condujo en dirección hacia su casa. Mientras iba en el camino, decidió comunicarse con Erik, ella le echaba de menos.

—¡Hola Erik! ¿Cómo va tu tarde? Mi visita en casa de mis padres, me llenó de felicidad, aunque prometí volver para compartir con mi otro hermano Mathias.—Habló Emma al amor de su vida.

—¡Mi amor! ¿Te molestaría si te hablo a ti de esta manera? Es que te has convertido en mi amor y siento que siendo una palabra que denota parte de mis sentimientos hacia a ti, es agradable.—Erik expresó su opinión.

Las palabras de amor comenzarían a ser expresadas, ¡Mi amor! ¡Mi vida! Una de tantas que los llevaría a sentir la magia de vivir un amor bonito.

—¡No tengo ningún problema con ello, mi vida! Nunca antes me había referido así a alguien que estuviera en relación amorosa conmigo, pero siento que contigo debe ser diferente y no como una imponencia sino que el mismo corazón me invita a recibir por cuanto doy.—Respondió Emma.

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Erik y Emma estuvieron hablando por unos minutos, para enfocarse en conducir hacia el destino de cada uno. El pintor no le había mencionado nada a su amor, posiblemente habrá considerado hacerlo en su cita.

Minutos más tarde, ambos se encontraban de regreso a sus casas. Se prepararon, una copa de vino y una videollamada en espera era la antesala a esa maravillosa cita.

—¡Buenas noches, señorita! Es un privilegio para mí el tener de nuevo una cita con usted, por quien suspiro y se adueña de mis pensamientos. Me complace mostrarle un nuevo cuadro, me ha dicho que quiere tener una pared llena de mis obras y si yo le confieso que, ¡Usted se convirtió en mi musa! ¿Qué me diría al respecto?.—Erik con picardía le habló a Emma.

—¡Buenas noches, caballero! Gracias por el halago, ¡Me encantará contemplar su obra!—Ella respondió.

Así que Erik le pidió aguardar unos minutos, Emma bebía un sorbo de su copa de vino, atenta, expectante, feliz y con una amplia sonrisa.

—¡Tú, mi obra de arte!—Al expresar muestra el cuadro a Emma.

Instintivamente ella se acercó por completo hacia la cámara de su celular y dió un beso, simulando que eran los labios de Erik, esos que ella estaría besando.

Erik sonrojado y a la vez sorprendido le expresa lo siguiente...

—Me seduces y me aloca tu forma de ser, ese amor que me das, esa felicidad que transmites a través de tu mirada, ¿Cómo no confesar que eres mi musa? Si siento eclipsas todo en mí.

—Nunca antes había estado con alguien a quien le llenara de tanta inspiración, estoy gratamente sorprendida, mi vida. ¡Me gusta, lo admito!—Emma le confesó al pintor cómo se sentía acerca las palabras que escuchó por parte de él.

El pintor dejó su cuadro a un lado, bebió un sorbo de su copa de vino, le señaló a Emma la hora en su reloj de pulsera y justo en ese momento, se escuchó que llamaron a la puerta de la casa de Emma.

Una cena enviada por parte de Erik, un platillo exquisito, inesperado para deleitar el paladar de Emma. Rollos de sushi en tempura acompañada de un té verde, uno de los platos favoritos de ambos, gustos similares, en ocasiones no era necesario hacer preguntas sino, dar una linda y grata sorpresa.

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—¿Sushi? ¡Me encanta, mi amor! ¡Buen provecho!—Erik tenía en sus manos su cena, y en videollamada comerían juntos.

Degustaban su cena, reían y platicaban, el tiempo parecía haberse congelado, y ellos lo disfrutaban al máximo. Erik le recordó, que para la mañana siguiente debería viajar a España, por lo que la invitó a acompañarlo a preparar su equipaje. Recordaron aquella noche cuando Emma, le pidió que le siguiera a su habitación, y en la intimidad, confirmaron que la conexión que había crecido entre ellos, era verdadera.

—Emma, quiero que mi próximo viaje sea hacia dublín, ¿Qué opinas? Entonces tú me darías un recorrido a los lugares que te gustaría que yo coniciera.—El pintor le daba una noticia al amor de su vida, ella al escucharla sonrió.

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