Erik al encontrarse a solas en la oficina de su difunto abuelo Víctor, pudo leer la carta. Aunque pensó por un momento que ésta había sido escrita por su abuela Martha, en las primeras líneas de la misma se describe a su abuelo como el autor.

Él, le habló sobre un contrato que había hecho tiempo antes de su partida, el motivo, era para que su nieto no estuviese preocupado por el futuro de la empresa; ya que, tras la muerte del presidente de la empresa, surgirían ciertas modificaciones.

Al terminar de leer la carta, Erik quedó pensativo, todo parecía indicar que el contrato había sido con la empresa en la que trabaja Emma.

Emma tomó asiento, pidió un minuto para procesar todo lo que estaba ocurriendo, es que ella no sentía culpa. Pero sí estuvo indignada por la actitud de su compañera Karla, quien a sus espaldas investigaba todo lo que hacía en París.

—¿Cómo es que nunca lo supe? Es decir, saben quién es Erik, de su herencia, y yo que estuve con él, no sabía de este contrato. La verdad no sé qué pensar, ¡Karla debiste contármelo! Posiblemente yo hubiese desistido, y con todo respeto señor Álvaro, ¡Me encargaré de resolver este inconveniente!—Emma había determinado lo que haría de allí en adelante.

El señor Álvaro dió por terminada la reunión, Karla fue la primera en salir de esa oficina, mientras que Emma demoró 5 minutos para regresar a sus labores.

—¡Necesito hablar con Erik! Le enviaré un mensaje.—Se dijo así misma.

Ella esperó un tiempo prudencial para intentar llamarlo. No quería presionarlo, pero sí quería hablar con él y disipar cualquier duda.

Intentó comunicarse dos veces, pero Erik no atendió. Entonces ella prosiguió con su trabajo, por instantes recordaba lo que el señor Álvaro le había dicho en su oficina, y repudiaba la actitud de Karla.

Erik al terminar de hacer una investigación previa a la empresa con la que su abuelo había hecho contrato, se levantó de su silla y fue hacia el salón de conferencia para reunirse con sus empleados.

—¡Buenas tardes! Gustavo, me gustaría hacer del conocimiento de todos ustedes, que mi difunto abuelo ha hecho un contrato con la empresa que les estoy mostrando. Él siempre confió en mis habilidades, así que necesito que sean lo suficientemente responsables para que esta empresa sea aún más próspera.—Expresó el pintor dando inicio a la reunión.

El pintor había mostrado a sus empleados una hoja en donde estaba escrito, la información de aquella empresa y les preguntó si conocían sobre ella.

—¡Discúlpenme un momento! ¡Ya regreso, Gustavo necesito que le hables sobre las nuevas normativas, además lo que haremos en conjunto con esta empresa!—Erik había sentido su teléfono vibrar dentro de su chaqueta.

Y estando fuera del salón de conferencia, revisó su celular, llamadas perdidas y mensajes por parte de Emma, hizo que se preocupara inmediatamente le devolviera la llamada a su amada.

—¡Emma mi amor! ¿Qué sucede? Discúlpame por la demora, pero no escuché la notificación y por alguna extraña razón sentí el celular ¿Está todo bien? ¡Por cierto no creerás de lo que me he enterado!—Erik preocupado le habló a Emma, para luego mostrarse entusiasta ante una noticia.

En La voz de Emma podía notarse lo molesta y desconcertada que se encontraba, le era difícil disimularlo.

—¡Ah sí! Yo también tengo algo muy importante que decirte y siendo honesta contigo, no sé si tú creerás de lo que me he enterado o me hablarás al respecto de este tema.—Emma fue directa al expresar su descontento.

Erik pudo percibir los sentimientos de Emma, así que prefirió que ella hablara primero.

—Me gustaría pedirte disculpas anticipadas, si mi tono de voz cambia inesperadamente. ¡Perfecto! ¿Desde cuándo firmaste un contrato con la empresa para la cual trabajo?.—Ella sin perder tiempo preguntó.

—¡Mi vida! ¿Cómo es que sabes de ello? ¡Yo recién me enteré, pero no fui yo quien firmó ese contrato, sino mi abuelo Víctor!—Él respondió con la verdad.

Emma al escuchar la confesión de Erik, sintió culpa, porque para ella posiblemente el pintor nunca sería capaz de mentirle, y ella la había puesto en dudas.

—Entonces, el cliente inicial ha sido tu abuelo, y de igual manera esto me causa un problema en la empresa para la cual trabajo. ¡No es justo, Erik!—Emma a medida que hablaba con el pintor, se calmaba a sí misma.

—¿De qué hablas? ¿Un problema? ¿Mi abuelo?.—Erik decidió preguntar.