Concurso de Arte y Escritura #156/ Como los valientes pescadores
Hola, este es un poema de historia real.
Esta fotografía me trajo recuerdos de mi ciudad, Cumaná. No estaba muy lejos del puerto pesquero, y tenía familiares y amigos pescadores.

Imagen tomada del concurso
Viendo esta imagen,
siento que estoy de nuevo allá,
oliendo a salitre
y escuchando el golpeteo
de las olas contra las lanchas.
Muchas mañana estábamos en el puerto pesquero
esperando la llegado de los pescadores
con sus botes repletos de pescados.
Muchas veces los encontrábamos
ya instalados en sus mesas,
limpiando el pescado que acaban de sacar.
Trabajando sin mirar mucho el reloj,
porque aquí el tiempo lo marca el mar,
no el calendario.
Rodeados de gaviotas
reclamando su parte.
En todos los pueblos costeros de Venezuela pasa igual.
Basta que llegue una lancha cargada
y la orilla se llena:
niños,
señoras con tobo en mano,
muchachos buscando trabajo por el día,
y hasta los perros,
que esperan la sobras para el almuerzo.
Es una fiesta silenciosa,
donde todos saben
que el pescado es bendición,
pero también trabajo duro.
Siempre he pensado
que la pesca es un arte de la vida.
Hay días decepcionantes
donde los pobres pescadores
llegan con las manos vacías
y las redes limpias,
y otros que vuelves con tanto
que no hay nevera que alcance.
Así es todo aquí:
a veces haces la cola del mercado
y te regresas con las manos vacías,
y otras sales cargado
y hasta te toca repartir.
Como Venezolanos valientes
hemos experimentado las vicisitudes de la vida,
hemos vivido como la situación cambió
de la noche a la mañana,
y tuvimos que aprender a intentarlo
una y otra vez,
como los valientes pescadores.
Uno aprende
que no se puede dejar de intentarlo,
porque el mar, como la vida,
te puede sorprender.
Me gusta ver
que ninguno de estos hombres está solo.
Eso también es muy nuestro:
en la costa,
la faena es de todos.
El que rema,
el que saca la red,
el que arregla los remiendos,
el que limpia,
el que vende.
Igual que cuando hay que hacer una fiesta patronal:
uno pone la música,
otro las sillas,
otro el arroz con pollo,
y sin darse cuenta,
entre todos,
arman algo grande.
Aquí nadie “triunfa” sin la mano de otro,
aunque a veces nos olvidemos.
Y es que este cuadro
no solo habla de mar y de pesca,
sino de comunidad,
paciencia y constancia.
Habla de ese coraje
de salir cada mañana
sin saber si el día será generoso o duro,
pero igual remar,
igual tirar la red.
Y cuando por fin se sirve ese pescado en la mesa,
sabe mejor no solo por la sal y el limón,
sino por todo lo que hubo detrás:
el sudor,
el sol,
la espera,
y la alegría compartida.
Porque al final,
vivir aquí, en nuestra tierra,
es como mirar ese horizonte:
no siempre se ve claro,
a veces se llena de nubes,
pero mientras haya manos que trabajen juntas,
siempre habrá algo que llevar a casa.
@lucymavarez
Agradecimiento a: @solperez
Upvoted! Thank you for supporting witness @jswit.
Este es un excelente poema y siento la nostalgia que lo impregna.