Hola mis estimados amigos digitales de la plataforma.

Gracias a la amiga @solperez por proponer este tema, que nos desafía a jugar con la imaginación a partir de una imagen. Sacaremos nuestra habilidad creadora en este interesante ejercicio en el que debemos analizar y darle historia a una obra del pintor francés Jean Francois Millet

Igualmente quiero agradecer a mi gran amigo @venecineaudio por la invitación, y también por mi parte quiero invitar a @hloero @fjrrg @sojib1996 y @paholags para que se unan a este concurso , porque estoy seguro que redactarán un cuento reflexivo y emotivo.

Las tres sobrinas

A Luisa le gustaba que Mariana, su hermana, le dejara a sus hijas durante las tardes. Se entretenía con las locuras de las pequeñas María Gabriela, María Joaquina y María Vicenta. Igualmente a las niñas les gustaba quedarse con su tía Luisa porque siempre las consentía, jugaba con ellas y les preparaba dulces que eran una delicia.

Comiendo dulce con las tres sobrinas

Al mediodía del miércoles 15 de mayo, Mariana llegó con las niñas a la casa de Luisa. Como siempre les traía una bolsa de cereal, frutas y unas galletas.

Luisa las recibió encantada porque justo en la mañana había preparado un dulce de guayaba con clavos de canela que le había quedado en su punto, y que sabía que las pequeñas se lo iban a deborar.

Maríana le dijo que tenía que ir al pueblo a firmar un documento que había llegado a la oficina de la municipalidad, y que si todo salía bien estaría de regreso pasadas las 7.00 de la noche.

Cuando las pequeñas se quedaban con la Tía Luisa, el tiempo se les pasaba bolando, así que si por su decisión fuera, las criaturas se podrían quedar con ella todo el día. Tampoco tenía problema en que se quedaran a dormir allí, ellas solas, no sería primera vez, sobre todo porque desde que Mariana se había separado de su esposo, la familia se había hecho más unida y se apoyaban en momentos de apremio.

No bien la madre de las pequeñas cruzó por el camino de tierra para empalmar con el cruce del viejo pimiento, y las niñas le pidieron a la tía que las consintiera con el dulce de guayaba, cuyo aroma se inflaba por toda la casa y era una invitación obligatoria a tomarse un dulce momento.

-Pues vamos a comer afuera -invitó la consentidora, para quien cada momento era una excusa para hacer algo diferente y original.

Fue allí donde el pintor se inspiró para inmortalizar el cariño de una tía hacia sus tres sobrinas.

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