Una imagen, una historia
こんにちは、みんな
Aquí estoy con mi aporte al certamen de Una imagen, una historia de parte de @franyeligonzalez.
Llamo a @albaandreina, @mayberling y @dasudi a participar.
Sueños lúcidos
Sentado en mi cuarto, pienso en todas las conversaciones que tuve con el doctor Álvarez hace ya un año y que no es sino, hasta hace unas semanas, no capté del todo.
Por aquella época había empezado a tener insomnio y, en caso de dormirme, me despertaba de golpe por un sueño lúcido recurrente. El médico general al que había ido me recomendó ir a ver a un psiquiatra que era amigo suyo. Agendé una cita sin estar muy convencido y sin ganas de ir porque no veía la causa entre dormir mal y tener algo malo en la cabeza. Me preparé para lo que sea que le doctor me fuera a decir. La psiquiatría y la psicología me parecían muy desligados de la realidad y yo –no se vayan a reír- pensaba que eso estaba relacionado con las cosas del New Age.
Entré en el consultorio y me senté en el sillón de siempre. El mismo donde todos se acomodan a la hora de hablar de sus problemas.
Por lo general, no me quejo de nada ni de nadie, pero había estado teniendo problemas para descansar. Podría haber jurado que necesitaba pastillas, gotas para dormir e incluso vacaciones.
Las primeras consultas fueron para conocerme y para saber qué clase de problemas tenía a diario. No fue sino cuando empezamos a hablar de las cosas que me incomodan y pensamientos intrusivos cuando llegamos a la vivencia más triste e insoportable de mi adolescencia.
El doctor Álvarez escuchó todo lo que dije con atención y, a pesar de que se sintió conmovido, mantuvo la profesionalidad.
—¿De verdad le pasó eso? —preguntó cuando tuvo tiempo de intervenir.

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—Desde que mi prima se cayó de este globo no dejo de soñar con eso. Mi cerebro me jode el descanso porque hace escenas de cómo habría sido la caída vista desde arriba, desde abajo. Cómo se sentía ella al antes de llegar al suelo y cuando finalmente llega.
—¿Tu familia se ponía a conversar de eso frente a ti?
—Los adultos no, pero los niños no soltaban el tema. Incluso un par de abusones en la escuela me molestaban con eso.
—Todo lo que veo al dormir se siente real.
—¿Te has caído alguna vez?
—Sí, pero no de un lugar tan alto. Y no con consecuencias tan dramáticas.
—Eso fue algo que le pasó a tu prima. Tal vez fue un accidente o hizo algo que no debía como pararse en el borde sin pensar en que podía resbalar. Estas tomando como propio el evento de alguien más y convirtiéndote en una víctima.
—Ya le dije que yo era muy cercano a ella.
—Pero eso no justifica que te tortures así. Además, eres ya un adulto, eso pasó hace tiempo y ella está descansando. El único que insiste en seguir sufriendo eres tú.
Antes de cerrar la sesión, añadió:
—Tú lo que quieres es que te dé medicamentos para dormir cuando lo que te impide descansar eres tú mismo.
Me molesté con lo que me dijo. Me acusó de algo que no quería admitir hasta ahora.