Puertas al futuro en bicicleta - Ficción
Hola a todos, hoy quiero contarles algo que quizá suene raro, pero que para mí es tan real como pedalear cuesta arriba por la Calle 26 un lunes a las 7 de la mañana. Resulta que llevo semanas recorriendo en mi bicicleta los puntos donde están construyendo el futuro metro de Bogotá. A simple vista, son grandes soportes, grúas, obreros con cascos amarillos y calles cerradas, y claro, el respectivo caos del tránsito… pero para mí, son puertas...puertas al futuro, si, así como lo leen, ya les explico.
Todo empezó hace unos días cuando llegué a la intersección de la Calle 8 con la Carrera 12, donde en este momento hay más polvo que asfalto. Mientras esperaba que el cambiara el semáforo peatonal para seguir mi camino, sentí un zumbido extraño, como si alguien hubiese prendido un motor eléctrico justo en mi oído, mi primera reacción fue cerrar los ojosr e intentar cubrirme los oídos, pero cuando volví a abrir los ojos, la estación 15 estaba ahí, ya lista, con pantallas que anunciaban la llegada del tren en 3 minutos. La gente subía y bajaba, todo era real, hata el punto que me hizo olvidar que en mi tiempo, ahí solo hay tierra, trabajadores, ruido y andamios.
Seguí pedaleando hasta el punto 71, es una intersección que hoy está llena de vendedores ambulantes, pero que en mi “visión” era un algo muy futurista, me pregunto si en realidad el futuro aquí será así, lo que realmente había era un espacio con bicicletas eléctricas alineadas y taxis autónomos esperando. Me sentí un poco confundidio, mi mente se empezó a inquietar, porque poco a poco iba llenando de detalles esos lugares: los letreros azules en la estación 42, los murales de arte urbano en la 59, incluso el olor a café recién hecho en la 26, justo donde ahorita hay un señor vendiendo café, pero a diferencia de ahora, imaginé un café pequeño atendido por una señora que me sonrió sin decirme ni una palabra.
No sé si era un juego de mi cabeza o si de verdad estaba viendo el futuro, hasta este punto, de verdad, todo es muy confuso. Lo cierto es que cada vez que llegaba a un número de mi lista —14, 39, 64, 1…—, la ciudad cambiaba. Los transmilenios (transporte público) desaparecían, el ruido del tráfico se volvía un pequeño murmullo, y en su lugar, el sonido se cambiaba con el suave sonido de los trenes, de los metros...
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Pero claro, no todo era perfecto. En la estación 54, la cual era la más moderna de todas, vi algo raro: un vagón parado, sin luces, con las puertas cerradas. No había nadie ahí, pero algo me decía que alguien, o algo, estaba adentro. Seguí mi ruta hasta el punto 68, tratando de sacarme esa idea de la cabeza. En el 33, un vendedor de flores me guiñó un ojo como si supiera que yo no pertenecía a ese tiempo, esto me dejó más confundido aún, no sé si es un sueño, si es real, si de verdad hay una puerta al futuro que sólo yo puedo ver.
Cuando finalmente llegué al 73, la última estación en mi recorrido, sentí un golpe de viento que me hizo cerrar los ojos. Al abrirlos, estaba de nuevo en el presente, con el sonido de martillos, mezcladoras, con personas diciéndome que me quite de la cicloruta. Ni un tren, ni un mural, ni ese vagón raro que no sacaba de mi cabeza. Solo yo, mi bicicleta y el ruido externo diario.
Lo más raro es que al revisar google maps, noté algo bastante llamativo: los números de mi recorrido no estaban en la ruta oficial del metro. Y entonces pensé… si no eran estaciones, ¿qué coño eran realmente?
Esta ha sido mi participación en el Concurso semanal: "Steem Bingo #7 "Historia" que nos ha traído @adeljose, aprovecho la oportunidad para invitar a participar a @franyeligonzalez, @arnoldog25 y @nahela. Los números que he utilizado para la creación de esta historia, y que son los 24 seleccionados para el bingo, son los siguientes:
1, 3, 5, 7, 8, 12, 14, 15, 19, 23, 26, 27, 33, 36, 39, 42, 48, 54, 59, 61, 64, 68, 71, 73
