Recién me había mudado a una casa de una esquina en un sector algo peligroso de Cumaná, que quedaba distante de mi trabajo, razón por la cual yo salía desde muy temprano, y regresaba a la casa a las seis de la tarde.

El perro estaba en el porche, y cuidaba de que nadie se acercara a las rejas. Pero un día, los malhechores llevaron a una perra en celo hasta el frente de la casa, y el perro se desesperó por salir. Ellos lo ayudaron rompiendo el candado que estaba puesto y el perro salió corriendo tras la perra.

En ese momento, los ladrones entraron a la casa y nos robaron las cosas que teníamos en el porche.

Cuando llegamos a la casa, los vecinos nos contaron lo que había pasado. Mi marido salió a buscar al perro y no lo encontró. Esa noche no pude dormir. Le agarré miedo a la casa. No quería estar allí.

Al otro día, mi marido y yo salimos a buscar una casa para mudarnos; y fue así como encontré una, que estaban vendiendo a buen precio, y logramos comprarla. A raíz de ese evento, me dije que Nerón fue quien me abrió las puertas para dejar de vivir alquilada.

Mi marido estaba aprendiendo a hacer tallas de madera, y me hizo una talla de un perro que para nosotros representaba a mi perro "Nerón":