Proclamar
José solo quería forzarme a que lo hiciera, aunque le dije que no me gustaba. Supuse que estaba pasando por cosas poco realistas y necesitaba una respuesta. Cuando me enteré, lo escuché y hice lo que me decía, aunque sabía que no era necesario.
Le dije que, de todos mis amigos, me gustaba porque no era débil y proclamaba lo que quería, y eso lo hacía realidad.
Estoy aprendiendo de él su forma de vivir. Yo tampoco lo sabía, porque hace unos días no actuaba con valentía con respecto a lo que quería, y tal vez por eso no lo he conseguido.
Pero desde que empecé a proclamar lo que quiero, he visto que mis metas y aspiraciones han funcionado como siempre había deseado.
No significa que vengan sin mí, trabajando en ello; el trabajo estará listo, y la capacidad de comprender que debo ser valiente también es algo que debo saber, porque en lo que deseamos, nuestra mente debe estar presente, y eso nos permitirá lograrlo como debe ser.
Ahora mismo mis palabras tienen autoridad; la fuerza que conllevan es una razón para conseguir lo que quiero.